Como decía Gandhi: “Si no puedes hacer el bien, evita hacer el mal”. Esta es una de las mejores frases que describen la realidad de la colaboración: si no se te ocurren acciones de colaboración o no puedes activarlas, al menos evita aquellas acciones con las que poco a poco vayas a perder a tu gente.
De vez en cuando es útil reflexionar sobre todo aquello que podría no estar funcionando porque nos permite darnos cuenta de algunos fallos que estamos cometiendo sin hacerlo a propósito. El tema de la colaboración es uno de esos temas estrella con los que nos encontramos a la hora de gestionar equipos de trabajo.
CÓMO PERDER A LOS MÁS COLABORADORES
Hay distintos aspectos que pueden influir en que la gente colabore más o menos, pero aquí te daré algunas pistas de por qué algunas personas de tu equipo pueden empezar a dejar de colaborar:
Cuando estamos realizando día a día nuestras funciones y no recibimos ningún tipo de información al respecto, empezamos a estar incómodos. De un modo u otro necesitamos saber si estamos haciendo un buen trabajo o no, qué se espera de nosotros, qué mejoras necesitamos incorporar en el mismo, por lo que la desinformación a este nivel puede reducir nuestro nivel de colaboración.
Posiblemente este es uno de los desmotivadores más potentes en cuanto a colaboración se refiere. El hecho de percibir injusticias en el puesto de trabajo ya sea por cargas de trabajo, por el tipo de tarea que tenemos que realizar, por el sueldo que percibimos o de las facilidades que disfrutamos en nuestro trabajo, nos hacen dejar de colaborar de un día para otro.
En diversas empresas con las que he trabajado, acabas viendo promociones que no siguen una estrategia objetiva como podría ser un proceso de selección interno abierto, reglado y bien comunicado. En algunas situaciones he podido ver cómo personas realmente incompetentes (entendido como aquellos que no tienen realmente las competencias) escalan rápidamente en la organización. Puede que esta sea una de las mejores formas de espantar al talento de la misma y hacer que huyan hacia lugares donde se les valore por lo que son como profesionales y no por “la familia” a la que pertenecen.
De forma natural, el ser humano busca el equilibrio en muchos aspectos de su vida, ya sea la salud, su vida personal y sin duda el área profesional. Encontramos personas que son realmente colaboradoras con su responsable y con su propia empresa, que dan sin más por el gusto de dar. Pero a veces estas personas necesitan un extra de algo, como puede ser un gesto, un detalle, una hora que necesitan para un tema personal y de repente se encuentran con un simple “no puede ser”. En ese justo instante pueden sentir tan poca reciprocidad que pasen al polo contrario: se-acabó-que-yo-de-más-de-mi.
Hay veces que detectamos un déficit de colaboración en alguna persona de nuestro equipo y le pedimos en una reunión privada: “necesito que seas más colaborador”. El colaborador te responde que okey, que así lo hará. Pero a mí me surge una duda, ¿qué es lo que va a hacer?. Posiblemente hará más de aquello que él o ella considere como “colaborar” pero igual así se equivoca porque el mismo término puede tener significados muy distintos para aquel que lo utiliza. Si le pedimos a alguien que sea más colaborador, tenemos que indicarle exactamente qué es lo que esperamos de esta persona. Por ejemplo, “necesito que no solo hagas tu trabajo, sino que propongas ideas de mejora en nuestros procesos”, “o necesito que cuando haya que hacer horas extras, estés dispuesto a ello”, “o necesito que te ayudes a tu compañero Luis con las nóminas porque esta semana tiene una sobrecarga inmensa”.
Si quieres perder poco a poco la colaboración de tu gente, lo tienes muy fácil con una sencilla técnica: Yo, yo, yo, mi, y yo. Cuando un jefe se pasa el tiempo escuchándose a sí mismo en las reuniones, recordando al mundo que sin él o ella nada se habría conseguido, cuando vende a diestro y siniestro sus éxitos y además aprovecha para ponerse las medallas del trabajo del equipo, tiene los días contados para quedarse solo. Es cierto que la gente igual no se irá del trabajo (porque posiblemente de momento lo necesiten para vivir), pero psicológicamente ira abandonando su puesto. Un colaborador me hacía una confidencia esta semana: “mientras mi jefe habla, habla y habla de sí mismo, yo desconecto y en mi cabeza canto…’Brasil, la, la, la, la, la, la, Brasil, la, la, la, la, la, la’. Bonita estrategia…
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