No sería justo dejar el tema de la influencia solo con el post de la semana pasada porque en ese caso estaríamos viendo tan solo una de las caras de la moneda. Cuando tratamos el tema de la influencia interpersonal dentro de nuestras profesiones, es útil verlo tanto en una dirección como en la otra.
Como comentábamos, hagas el trabajo que hagas, en la posición que sea, siempre habrá una influencia hacia cada persona que se cruce contigo ya sean los miembros de tu equipo, tus compañeros, tu jefe, tus clientes o tus proveedores. La influencia puede ser a veces imperceptible por lo que hay que poner atención para que vaya en la dirección que deseemos.
En mi caso, gran parte de estas influencias positivas o negativas, me llegan por mail. Hoy te mostraré uno de los mensajes reales que me llegó hace unos años (concretamente en junio del 2007) después de 3 meses de haber impartido una formación:
Hola Reme,
Soy XXXX XXXX del curso de XXXX. Ahora que me he decidido a escribir, esto que quiero comentarte me parece ahora ya una ridiculez, pero he pensado varias veces en escribirte y no me quiero traicionar.
El primer día hiciste un comentario que me dolió no tanto por el comentario en sí sino porque nunca me lo esperaría de una persona como tú. Recuerdo que estabas en el estrado comentando que precisamente no te gusta estar elevada sobre el resto de la audiencia, pero a continuación usas ese estrado para comentar que desde ahí se ven quien se está quedando calvo porque ya estaba terminando la carrera, etc.
Te aseguro que como «afectado» me pareció muy improcedente. Cada persona lleva los cambios en su cuerpo como mejor puede y supongo que yo no lo llevo muy bien pero no es fácil que en pocos años pases de que algunas chicas hasta te guiñen el ojo por la calle a que ni te miren siendo exactamente el mismo y pensaba que una psicóloga tendría la sensibilidad como para no hacer ese tipo de comentario. Realmente no veo ninguna diferencia de fondo entre eso y por ejemplo decir, «uy, que gordas estáis las chicas esta carrera, que mal os sienta estudiar tanto». Y sin embargo esto último sí que parece un atentado verbal.
No sé si he exagerado, pero sólo es la opinión de una de las personas que allí estaba y por lo tanto creo que tiene algo de interés. Quizás sea un radical en la materia porque ya desde niño me jodía que nos metiéramos como niños con otros niños por el aspecto o por los típicos defectos infantiles. Si había que clavarse con alguien me gustaba que fuera por actitudes o situaciones concretas. Así que ahora imagínate como «afectado».
Supongo que hablar en público no es fácil, sólo quiero decirte que, aunque tú no eres responsable de mi equilibrio como para que esos comentarios me afecten más o menos hay gente que puede sentir rechazo u hostilidad si empiezas un taller con esos comentarios.
Xxxx xxxx
La verdad es que en ese caso también necesité una semana para poder dar una respuesta coherente, respetuosa y que fuese una disculpa completa. No sé si lo conseguí correctamente, pero al menos sé que a partir de ese momento no he vuelto a incurrir en ese tipo de error. En concreto, los alumnos de la clase (estábamos en una escuela del Politécnico) se quejaban porque su carrera era muy difícil y yo dije algo como:
– A ver, no os quejéis tanto. No veo a nadie que esté calvo por lo que tampoco lleváis aquí 30 años.
Sin ninguna duda fue un comentario desafortunado como se ve perfectamente en el correo de este chico, pero a veces este tipo de errores y críticas son lo que realmente nos hacen crecer. ¿Y qué aprendí de esta historia?
ASPECTOS A CUIDAR PARA NO SER UNA INFLUENCIA NEGATIVA
De esta experiencia aprendí algunos aspectos que considero que es muy útil que tengamos en cuenta para no caer en este tipo de errores:
1. No hacer comentarios físicos: no solía hacer comentarios físicos hasta ese momento, pero desde este error me prometí a mi misma que no haría ni uno más ni participaría de ellos (a no ser que la propia persona sea quien los haga). Sinceramente las cuestiones físicas afectan a nuestra autoestima por lo que no me gustaría potenciar esta emoción en las personas con las que me cruzo.
2. No compartir mis opiniones políticas, religiosas, etc.: igual que podemos hacer que alguien se sienta dolido por temas físicos, es muy habitual que un comentario respecto a ciertos temas de opinión personal, puedan crear molestia en otros por lo que me suelo privar de ello. Gran parte de mi trabajo se puede hacer sin entrar en todo este tipo de opiniones por lo que lo dejo para otros contextos de mi vida.
3. Apertura a críticas: intento ser una persona abierta a críticas. Es cierto que en muchas ocasiones me han dolido, pero prefiero que las compartan conmigo que no con otras personas de su alrededor. Si al menos yo sé qué es lo que he hecho para “molestar” a otra persona, podré pedir disculpas, aprender y crecer como persona y como profesional.
4. Los gestos también importan: no todo error que cometemos en la interacción con otros es a través de las palabras. Nuestra mirada habla, nuestras risas, nuestra cara por lo que intento mostrar el máximo respeto hacia las otras personas no solo a nivel verbal sino también a nivel no verbal.
5. Pide disculpas y aprende: y a pesar de tener todos estos detalles en cuenta, te adelanto que seguro meterás la pata en un momento u otro, sin mala intención, pero lo harás. Si esa es la situación te quedará un comodín “el pedir disculpas”. Pero este comodín no puedes utilizarlo a diestro y siniestro porque perdería su efecto. Es importante que después del error, pidas disculpas, pero el esfuerzo se verá cuando cambies y no caigas en el mismo error.
Y bueno, ya que estamos… ¿metí la pata contigo en algo? Si es así, estaré a un solo comentario de distancia para escucharte.
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