El poder de los pequeños hábitos: Atrévete a decir no

¿Cómo llevas el tema de decir “que no”? ¿Te resulta fácil? ¿Eres capaz de distinguir las mejores ocasiones para pronunciar un rotundo “NO”? Cuando somos pequeños somos capaces de distinguir perfectamente qué situaciones merecen un gran sí y qué situaciones merecen un rotundo no, qué personas merecen un sí y cuáles uno. Pero mientras vamos creciendo le cogemos cierto miedo al “no”, a llevar la contraria o ir a contracorriente y con ello perdemos todo el potencial y beneficios que podría darnos esa simple palabra de dos letras a la hora de gestionar nuestro tiempo.

Hace unos años tuve la suerte de participar en un proyecto de educación disruptiva; una experiencia de esas que empiezan a producir un chispazo tras otro y de repente transforman tus puntos de vista, tus hábitos, tus formas de dirigir un equipo, tus formas de pensar e incluso de sentir… vamos, lo que se diría una revolución como persona y profesional.

Hasta ese momento, mis “no” eran prácticamente inexistentes. Intentaba ser tan “nice” (como alguien me dijo en aquel proyecto) que temía decir no a algo o alguien por los efectos que podía tener en la interacción posterior, o incluso por miedo a que las personas dejaran de valorarme. En esa etapa de mi vida buscaba todas las formas posibles para poder satisfacer las necesidades de mis colaboradores, de mis responsables, de mi familia hasta que de repente me di cuenta un día de que se quedaban sin cubrir las necesidades más importantes: las mías. Me dejaba horas de sueño por el camino, horas para dedicar a mis proyectos, horas de atender a los colaboradores realmente importantes y de estar con la gente a la que realmente quiero… ¡y todo por el miedo a los “no”!

Curiosamente a partir de ahí me di cuenta de que no era la única persona a la que le cuesta decir “no”. Creo que es un miedo compartido con muchos líderes en distintas posiciones y detrás de ese miedo a veces están nuestras debilidades. Si no es tu caso y eres capaz de decir los “no” necesarios en tu vida, perfecto, no necesitas leer más de esta herramienta y aquí puedes acabar con el post…

…Si, en cambio, eres de los que sienten que todavía tienen algo que aprender a este nivel, te dejo algunos ejemplos en los que podemos y debemos decir “NO”:

1. NO VOY A HACER ESE PROYECTO: puedes encontrarte con proyectos en los que no quieras participar porque ves que la escasez de recursos, de tiempo o de personal no va a permitir llegar al objetivo previsto. En esos casos es útil plantear el “no” acompañado de la máxima documentación posible para que no parezca simplemente que eres un negacionista nato.

2. NO VOY A TRABAJAR CONTIGO: no me refiero a que le digas esta frase directa y literalmente a un cliente por ejemplo, pero que de un modo u otro puedas tomar esa decisión. Podemos encontrarnos con clientes que no son capaces de valorar tu trabajo, tu profesionalidad, tu empeño o los resultados conseguidos, por lo que no es útil trabajar con ellos. Si es necesario, a un cliente insatisfecho se le puede devolver el dinero, pero es importante distinguir que posiblemente nuestro trabajo no es para cualquier cliente sino solo para aquellos que sepan apreciar su valor.

3. NO VOY A BAJAR EL PRECIO: el mundo profesional no es un mercadillo de regateo. Es posible que tu trabajo tenga el precio del servicio y calidad que realmente vas a darle a tu cliente, ya sea externo o interno, por lo que una reducción del precio podría dar a entender que en el primer momento lo habías exagerado. Evidentemente, en función de la cantidad de productos y/o servicios que el cliente nos pide, podemos adaptar los precios, pero lo que puede resultar realmente peligroso es bajar un precio ya presentado. Si lo haces una vez, posiblemente necesites hacerlo muchas veces más.

4. NO VOY A HACERLO EN ESE TIEMPO: hay situaciones en las que se marcan plazos completamente imposibles por lo que aceptarlos es meterte en la boca del lobo. No podemos extender en exceso los tiempos para no invertir más del tiempo necesario, pero si no se marcan plazos realistas, la consecuencia acabará siendo una respuesta de estrés.

5. NO VOY A COMPARTIR TIEMPO CONTIGO: hay personas en nuestro contexto empresarial (un compañero, un colaborador, un jefe) con las que te conviene quedar lo menos posible. Me refiero a esas personas con las que la conversación siempre gira en torno a sus “todo va fatal”, “el mundo es una mi$r&ª”, “la gente es mala por naturaleza”. Si tienes que compartir tiempo con una de estas personas, que sea en muy pocas circunstancias, para que no te robe tu tiempo y tus mejores energías.

Después de probar durante un tiempo esta estrategia he empezado a notar distintas consecuencias positivas. Te enumero alguna de ellas:

  • Recuperar bancos de horas importantes a lo largo de la semana.
  • Disminución de aquellos proyectos que además de ser muy poco rentables implicaban una gran carga personal.
  • Relaciones de más calidad con aquellas personas a las que eliges.
  • Recuperación de energía.
  • Mayor respeto por parte de mucha gente que posiblemente necesitaba ver que eres capaz de poner límites.
  • Reducción del estrés, al aceptar que no eres perfecto y que habrá gente que te adorará y otra a la que no le gustarás ni lo más mínimo.

¿Estás listo para empezar a utilizar a diestro y siniestro el gran “NO”?

Reme Egea
Reme Egea
Maestra de Educación Física, Formadora en Habilidades Directivas y Gestión de Equipos, Psicóloga, Creadora del proyecto educativo "Con los pies en el aula", Conferenciante, consultora y socia de Proformación S.L.

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