¿Ha valido la pena tanto esfuerzo?

Caracol

Si en este momento estás liderando a personas en tu empresa, posiblemente la historia que te voy a contar te resuene de algún modo. Esta misma mañana hemos estado reunidos, parte de mi equipo de trabajo con la dirección de una empresa en expansión. Se trata de un cliente nuestro con el que trabajamos desde hace varios años. En este momento iniciamos el reto de desarrollar, mantener y mejorar algunos aspectos de su “cultura empresarial”…¡eso sí que es un reto!

 

LOS ESFUERZOS NO RECOMPENSADOS

En la reunión de trabajo de hoy, uno de los propietarios y a la vez gerente de la misma planteaba una cuestión que he escuchado otras veces comentar a muchos otros líderes: sentía que su gente, sus empleados, no apreciaban algunos cambios que se habían hecho últimamente y en vez de eso, aprovechaban cualquier momento para criticar los cambios en la máquina de café. El ejemplo concreto que utilizaba es que después de muchos años de utilizar unas oficinas, la empresa ha llegado a hacer grandes inversiones para cambiar de oficinas. La empresa ha alquilado un edificio a unos kilómetros de las anteriores. Han cambiado unas antiguas y poco espaciosas oficinas por un lugar nuevo, con mobiliario moderno, obra a estrenar y un espacio con una luz natural increíble donde no se chocan con unos u otros cada vez que se mueven.

Él se sentía un tanto decepcionado: no podía entender el motivo por el que la gente criticaba el cambio de manera tan cruda, cómo nadie se colocaba en su lugar y pensaba que aquello había estado diseñado por y para ellos, para que trabajasen más a gusto en el nuevo espacio.

 

LAS CAUSAS DE ESE TIPO DE REACCIONES

Mientras nos contaba su experiencia, yo sonreía pensando en cuántas veces había escuchado ese tipo de experiencias por parte de profesionales que dirigen equipos de trabajo: “es que les he dado horario flexible y ahora no lo quieren”, “es que he dejado que se aclaren entre ellos el tema de las vacaciones como querían y ha sido más problemático todavía”, “es que les acabo de dar más recursos y ahora me dicen que no tienen lo suficiente”, es que les he buscado la formación, y ahora me dicen que no pueden organizarse para llevarla a cabo” y como estos podría poner mil ejemplos más.

Lo común que hay en todos ellos es que el directivo, el gerente, el líder del equipo está esperando mucho más de su gente de lo que después llega a recibir. De alguna manera construimos hipótesis de futuro y las damos por buenas, como si así fuesen a ocurrir pero después la realidad nos dice que algo en nuestros cálculos ha fallado.

¿Y qué puede haber fallado? ¿Por qué las personas reaccionan viendo la parte negativa y no tanto lo que pueden ganar en este tipo de cambios?

En distintas experiencias que he vivido a nivel empresarial pueden estar fallando distintos elementos:

La resistencia al cambio: una de las cualidades que más he visto en seres humanos es la resistencia al cambio. Igual el cambio lleva asociado oportunidades y mejoras pero en un principio casi cualquier cambio que plantees a nivel empresarial, hace que la gente sienta primero todo aquello que puede perder. En el caso de las nuevas oficinas, la gente empezó a valorar que tenía que recorrer unos kilómetros más, que tenían que cambiar la estructura de sus mañanas, cambiar de bar para tomar el café o pensaban que volver a casa a comer ya era más complicado. Y todo esto, les puede impedir ver las posibilidades del cambio.

Tener demasiadas comodidades durante mucho tiempo: Cuando las personas tenemos una sensación de seguridad, de que todo se mantendrá como está, poco a poco nos vamos acomodando y nos volvemos muy exigentes. Pedimos más, aumentan nuestros estándares y exigimos sin tener en cuenta el esfuerzo que puede suponer para nuestra empresa. Y así fue el caso en las oficinas. Durante tantos años se les ha cuidado tan bien a los empleados, que se olvidan de apreciar y reconocer estos esfuerzos.

No consultar el cambio con los implicados: Una situación muy habitual es la de iniciar cambios sin consultar a aquellos a los que les va a repercutir el mismo. En el caso de las oficinas fue así. Evidentemente consultar a toda la empresa habría sido imposible pero si en algún momento previo, se les hubiese dejado opinar, hablar del tema, etc. después la transición habría sido mucho más fácil.

 

RECOMENDACIONES PARA EL LÍDER

Pero…¿van a pararnos estas dificultades a la hora de tomar decisiones importantes? ¿Vamos todavía a esperar que el mundo entero esté de acuerdo con nosotros? ¿SIEMPRE? ¿En todas las ocasiones?

Pues ya te digo que no. Si te has atrevido para liderar un equipo, para liderar un proyecto empresarial, o incluso para liderarte a ti mismo, tendrás que estar preparado para tomar decisiones complicadas y asumir sus consecuencias. ¿Y qué te puede ayudar en este proceso?

  1. Tener clara la decisión y tomarla: previamente puedes buscar información, pensar en opciones, pedir incluso la valoración de quienes se van a ver afectados por la decisión pero en definitiva tienes que lanzarte y atreverte a la parte más complicada…¡decide!
  2. Aguanta, aguanta y asume la soledad: tendrás que saber que en esa posición te sentirás en algún momento solo, que criticarán tus decisiones porque es mucho más fácil hablar de ellas que tomarlas, sentirás algunos días la dureza de no encontrar el apoyo que necesitas, pero…¡paciencia y el tiempo hablará!
  3. Automotivación al cubo: no esperes ni un solo día a que alguien entre por tu despacho o te llame dándote las gracias por alguna de las decisiones que has tomado, no esperes a que nadie venga a decirte lo fantástico que eres, ni esperes comprar motivación en la tiendecita de la esquina. Solo tienes un camino y es crear tu motivación, saber que has tomado la mejor decisión que eras capaz de tomar en ese momento y…¡automotivación al poder!

 

RETO DE LA SEMANA:

El reto de esta semana será este: vas a tomar una decisión retante, una decisión a nivel personal o profesional que sepas que no va a ser respaldada por todo el mundo. No me refiero a que tomes una decisión para complicarle la vida a nadie, ni mucho menos, pero sí una decisión con la que encuentres alguna crítica, alguna mirada de “yo no habría tirado por ahí, te estás equivocando”. Toma la decisión simplemente por el hecho de sentir en el cuerpo esa fuerza que se siente cuando has decidido por ti mismo, solo por ti mismo.

Reme Egea
Reme Egea
Maestra de Educación Física, Formadora en Habilidades Directivas y Gestión de Equipos, Psicóloga, Creadora del proyecto educativo "Con los pies en el aula", Conferenciante, consultora y socia de Proformación S.L.

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