¿Cómo que mientras hablo no aprendo? Si la comunicación es la base del aprendizaje, es el instrumento más preciado y útil para aprender. Claro que aprendo mientras hablo… Mientras hablo de economía aprendo de… Aprendo de… No sé, de algo, seguro…
Y así es como lo he creído durante tantos años: me encanta hablar, comunicar, transmitir, me fascinan las palabras, a veces me cuesta callarme bajo el agua… Pero, ¿realmente aprendo tanto mientras hablo?
Antes de contestar a la pregunta, te contaré una de las situaciones muy habituales que veo en las empresas a nivel de comunicación. Hace un par de semanas estaba sentada con un supervisor que me estaba planteando ciertas problemáticas en su equipo que quería solucionar:
– Mira, una de las cosas que más me preocupa de la gente de mi equipo es que no aportan, no aportan ideas, no aportan soluciones, les preguntas y parece que todo les da igual.
Yo le intenté preguntar (digo intenté con toda la razón…):
– ¿Podría ser que…?
– Les he pedido mil veces que cualquier cosa que vean en la empresa que entren y me la comenten, pero no hay forma sabes, no hay forma de que me hagan caso y que alguien me diga algo que no sé.
– Pero, ¿podría ser que…?
– Te digo más, seguro que después lo comentan cuando salen de la empresa pero ponerse delante de mi y decírmelo a la cara, es imposible, no tienen el valor de hacerlo.
– ¿Podría ser…
– Y te digo más… ?
Y en ese punto me levanté, me dirigí hacia la puerta y de repente él se quedó en silencio, en medio de su mini-shock le dije:
– ¿Podría ser que sea difícil para ellos hablar contigo?
– No que vaaaa, si yo soy un tío muy comunicador, es facilísimo hablar conmigo…
Y ahí, tenemos un pequeño problema. Mientras hablas no aprendes tanto como podrías aprender, porque cuando hablas, hablas de lo que ya sabes. ¿Lo habías pensado alguna vez? Para articular tu comunicación acabas yendo a las ideas y conocimientos que tienes, o una combinación de ellos, o incluso haces hipótesis con ellos.
La única forma de aprender es callar, tan fácil para algunos pero tremendamente difícil para otros. Hace poco alguien me dijo esta bonita frase: «Mientras hablas, no aprendes» y la verdad es que es desde ese día soy mucho más consciente de la importancia de callar y escuchar, de respirar antes de hablar y de dejar que sean otros los que me aporten.
Y es que este es uno de los problemas que puedes ver habitualmente en el mundo empresarial: cuando te ocupas en exceso del sonido de tu voz, no reconoces la de otros. Esta queja que presentaba este supervisor, es una queja muy habitual. Y puede adoptar distintas formas como: la gente no tiene ganas, la gente no participa o la gente no se implica pero muchas veces, el problema de fondo es la propia escucha del gerente
Con que… ¡para escuchar, necesitas practicar! ¿Y de qué maneras puedes activar tu práctica? Te propongo algunas ideas:
– Escucha charlas TED, porque además de aumentar tu práctica en escucha, te aportarán excelentes ideas.
– Cafetería: toma un café con un amigo donde el protagonista sea su discurso.
– Película: ponte una película llena de diálogos que te obligue a seguir segundo a segundo las voces de los protagonistas.
– Colaboradores: siéntate uno a uno con tus colaboradores y lánzales preguntas que puedan contestar ampliamente.
– Y si eres realmente arriesgado, atrévete con el siguiente reto…
El reto de la semana va a ser dedicar un día al silencio, un día que no cruzaras una palabra con nadie. Sé que puede sonar tan raro que no quieras lanzar el reto durante la semana para que no te tomen por loco en tu trabajo…pero… ¡También tienes el sábado y domingo! Y ahora schsssss…
¡Nos vemos la próxima semana!
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