Este post de hoy va dirigido a personas de carne y hueso que me demostraron un día tras otro en mis inicios empresariales, que sin ellos no había nada que hacer en el mundo empresarial: los mandos intermedios (jefes de equipo, encargados, capataces, responsables de una pequeña área…o como se llamen en tu empresa).
Voy a intentar dar distintos por qués en los que baso esta suposición de que son las personas más importantes con las que muchas veces contamos:
Por poner una metáfora, sabes que nuestra columna vertebral está compuesta de varias vértebras pero hay un elemento que permite funcionar de forma correcta, sin dolor, sin molestias, con suavidad: nuestros discos intervertebrales (esos que cada noche se rellenan de líquido para poder permitir que la vértebra de arriba y la de abajo se articulen con facilidad). Eso es lo más importante que aprendí de un mando intermedio, era como ese disco intervertebral que soportaba las presiones de arriba (sus responsables) en forma de números, tiempos, errores, etc. y las presiones de abajo (operarios) en forma de quejas, reclamaciones, conflictos. etc. Así es, un mando intermedio necesita “rellenarse” cada noche de energía, de habilidades, de recursos para continuar permitiendo el mejor movimiento posible.
El hecho de vivir tan cerca del operario, les permite entender mejor su situación, su realidad, todo aquello que puede aportar en cualquier momento a los procesos de trabajo. Una realidad en su trabajo es que tienen que convivir cada día con ellos y ellas, y esto les permite escucharles, formarles, darles respuesta a sus inquietudes y preguntas.
Un mando intermedio tiene perfectamente calado a su responsable. Con solo verle entrar en la planta, en el departamento o en la oficina, podría predecir cómo va a ser el día. Está tan acostumbrado a liderar con distintos tipos de jefes y responsables, que poco a poco aprende a interactuar con ellos en el momento óptimo y no justo cuando este tiene un mal día.
Muchos mandos intermedios han llegado a esa posición después de ser operarios por lo que son los máximos conocedores de los procesos productivos. Son personas con los que por ejemplo un ingeniero de procesos debería contar en primer lugar cuando va a realizar un cambio en el Layout de la línea. También son los primeros que pueden ayudar al ingeniero de Calidad en un problema surgido en una pieza ya que su día a día es gestionar y lidiar con ese tipo de situaciones. Curiosamente muchas veces son los últimos preguntados…
Si les dejas y les das la oportunidad y la confianza suficiente, se atreven a decirte las cosas claras y a la cara. Recuerdo mis inicios y algunas críticas atrevidas (o duras) de ellos. Hay una de esas críticas que fue memorable en mi carrera como profesional principiante: una crítica que me hizo acabar llorando en una pausa en el baño pero también recuerdo que esos fueron puntos de inflexión en mi carrera profesional porque reflejaban una tras otra todas mis debilidades.
En relación con el apartado anterior puedo decir que igual que son capaces de hacerte la dura más crítica y directa, son capaces de reconocerte cualquier tipo de mejora. Recuerdo todavía las burlas de aquel grupo que “se reía cariñosamente de mi” por llegar a Ford con mi super Renault 5 rojo de segunda mano (era lo único que había conseguido después de meses de negociar con mis padres). Recuerdo sus risas pero también cómo me ayudaron aquel día que me quedé tirada en la puerta del centro de formación con aquel coche que no arrancaba. Además, me regalaron una bonita figura de hojalata en forma de coche para que no olvidara aquella historia.
Es cierto que a veces son un poco “gruñones” y les cuesta aceptar los puntos de mejora, pero se van a casa y al día siguiente de un modo u otro han procesado la información y llegan con unas ganas increíbles de comerse el mundo y de decirte que tenías razón, que van a intentarlo y que van a cambiar. El kaizen personal y profesional lo viven de una forma increíble y además aprovechan para llevarse a sus propias vidas lo aprendido.
A mi me la cambiaron, me hicieron enfrentarme con mis miedos, me dieron la oportunidad de horas y horas de conversación, me permitieron conocer los entresijos de toda una factoría como Ford Almussafes, me retaron, me hicieron aprender de los cientos de errores que cometí como principiante. Y eso solo es una vida. Pero cada día que dirigen un equipo de entre 8 y 20 personas, tienen en sus manos las vidas de todos ellos, les escuchan, les hacen crecer, conocen sus vidas personales y os puedo decir que incluso son capaces de llevarse a su propia casa a un operario ese día por un tema personal…esto da para otra historia… ¡¡pero por mi experiencia os aseguro que son capaces de mejorar vidas y mucho!!
Lo dicho, muchísimas gracias a todos esos monitores, jefes de equipo, capataces… de carne y hueso, con apellidos y nombres que a veces olvido, pero con caras y experiencias que recuerdo para siempre.
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