Me gustaría empezar esta semana el post con una pequeña investigación: ¿has puesto alguna vez en tu vida una reclamación por escrito? Me refiero a la típica hoja de reclamaciones que podemos exigir en un establecimiento, en una tienda, en un hospital, en un servicio de transportes, etc. Y otra pregunta, ¿has puesto alguna vez en tu vida un agradecimiento por escrito? (no me refiero a un mail, o un Whatsapp o similar, me refiero exactamente a la típica hoja de agradecimiento que también puedes pedir en esos mismos lugares).
Sería genial que compartieras en los comentarios de este post, cuántas veces has presentado por escrito una hoja de reclamaciones y cuántas veces una hoja de agradecimientos. O igual te ocurre como a muchos de los profesionales con los que comparto día a día mi trabajo que me preguntan: ¿pero existe una hoja de agradecimiento? ¿En serio?
De momento nadie me ha preguntado hasta el momento si es en serio que existen hojas de reclamaciones…
Este pequeño experimento se puede replicar en la vida de nuestras empresas:
– Nos quejamos mucho más de lo que no nos gusta, en vez de comentar las cosas que sí funcionan de nuestro trabajo.
– Atendemos a lo que no nos gusta de nuestro jefe, sin darnos cuenta de que seguro que hace algo correctamente (como dice uno de mis compañeros, aunque sea venir bien peinado).
– Nos fijamos en esos trabajadores que creemos que nos complican la vida, pero pasamos por alto a esos otros trabajadores que nos hacen la vida más fácil, que son proactivos, responsables y que no dan problemas.
– Atendemos a lo que no nos gusta de nuestros compañeros, lo que no nos gusta de otros departamentos pero se nos olvida agradecer algunas de las ayudas prestadas.
– Vemos perfectamente el mal día que tiene uno de nuestros proveedores o clientes, pero nos pasa desapercibido ese proveedor o cliente que disfruta haciendo fáciles las cosas.
¿Por qué no empezamos a invertir estas proporciones?
Si en vez de utilizar nuestro tiempo con quejas y hojas de agradecimiento nos dedicáramos 5 minutos al día a poner alguna hoja de agradecimiento, podríamos empezar a cambiar el sistema mucho más de lo que creemos. Te pondré un ejemplo laboral del sector sanitario: soy el responsable de un equipo de trabajo y tengo que consolidar en pocos meses este equipo. Reviso sus historiales y tengo una persona con 1 reclamación por escrito, 20 personas sin reclamaciones y sin hojas de agradecimiento pero después tengo una persona que en tan solo un mes ha recibido 2 agradecimientos por su buen hacer y sobretodo por su capacidad de trabajar con seres humanos. Yo no sé tú, pero si en este caso puedo solamente quedarme con 15 personas, tengo muy claro quién se quedaría o sí o sí dentro del equipo: la persona con 2 agradecimientos. Sin darnos cuenta con esos “simples agradecimientos” podemos conseguir que sistemas que parecen inamovibles, vayan cambiando poco a poco.
Si estos ejemplos los trasladamos al día a día y somos nosotros los que hacemos los propios agradecimientos a la gente de nuestro equipo de trabajo, podemos encontrarnos con distintos beneficios al respecto:
La próxima semana compartiremos contigo distintas opciones prácticas para poder activar agradecimientos de distintos tipos en el contexto profesional.
El reto de esta semana está en que preguntes a 10 personas a modo de investigación cuántas reclamaciones habrán puesto por escrito en su vida y cuántos agradecimientos. ¿Encuentras alguna diferencia? Tanto si es así como si no, puedes compartir tus resultados en los comentarios de este post y de ese modo ampliamos nuestro experimento…
¡Nos vemos la próxima semana!
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