“He estado en esa reunión, era importante, muy importante pero no podía mantener la atención, estaba más preocupado por el problema que tenía en casa que por lo que allí se estaba debatiendo. Después llegué a casa, no pude conectar con mi gente porque estaba preocupado por la reunión tan importante que había tenido y en la que no había podido participar porque no me había enterado de nada. Después quedé con mis amigos, no podía conectar con ellos, atender a todo lo que comentaban porque estaba pensando en lo poco que me había enterado en la reunión de esa mañana y en mis problemas personales…”
¿Problemas con desconectar? ¿Problemas con conectar? Posiblemente este sea uno de los retos más habituales que veo día a día en muchos directivos, mandos intermedios o simplemente en personas que se preocupan en exceso de todo aquello que les va ocurriendo. ¿Te sientes identificado? ¿Crees que hay situaciones en las que te es imposible desconectar por un rato de tus pensamientos o de tus emociones?
Es posible que te hayas olvidado de que hubo un tiempo en el que eras capaz de vivir estas situaciones de otra manera. En tus primeros años de vida tenías una capacidad increíble de conectar con todas las situaciones que te rodeaban. ¿Lo recuerdas? Si no lo recuerdas, ponte simplemente a observar a algún niño que tengas cerca…
¿Recuerdas como conectabas para descubrir el recorrido de las hormigas? Justo ayer vi a un niño que practicaba esta ancestral afición: mira las hormigas, observa sus colores, sus movimientos, intenta contar sus patas, se fascina viendo como todas ellas dibujan un camino, atiende al pequeño agujero por el que acaban metiéndose, las sigue, alucina con ese trozo de pan tan grande que están transportando hacia su casa, las intenta tocar hasta que huyen asustadas, se ríe, las cuenta, las intenta mostrar a quien esté alrededor…Y esta escena duró casi media hora. Media hora sin más, donde no existe nada más en el mundo que ese rastro de hormigas. Media hora donde puede conectar al máximo con ellas y si de repente se gira y se da cuenta de que al lado tiene su balón favorito…¡se acabó la conexión con las hormigas! Y empieza una nueva escena de conexión apasionado por esa esfera blanca a la que llama balón…
Posiblemente ha llegado el momento de recuperar algunas de aquellas habilidades que tan útiles nos fueron cuando teníamos a penas 3 o 4 años. Claro esto puedo sonar bien, ¿pero por dónde empezar?
Una de las mejores formas de empezar a conectar con todo aquello que nos rodea pasa por activar nuestros 5 sentidos y descubrir lo que cada uno de ellos pone a nuestro alcance:
No sé si será el camino más rápido, tampoco sé si será el mejor, pero activar conscientemente nuestros sentidos es uno de los caminos con los que empezar, un primer paso para notar, sentir y conectar con todo lo que nos rodea…
RETO DE LA SEMANA:
El reto de esta semana va a consistir en estar cerca de algún niño de tu familia, de tus amigos o incluso atender a cualquier niño con el que te que te cruces por la calle, en el parque, en la piscina o en el cine. Mírales como si fueras tú mismo un niño, como ese que mira el recorrido de las hormigas…¡aunque con cuidado para no asustar a sus padres! Y entonces escucha su risa, o su lloro, observa hasta qué punto conecta con lo que tiene alrededor, como juega, como mira, como toca sus juguetes, como analiza cada situación que hay a su alrededor. Simplemente déjate conectar con las escenas y disfruta de ver cómo conecta al máximo con el fantástico mundo que le envuelve y a ver qué descubres.
¡Nos vemos la próxima semana!
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