¿Es preciso perder algo para saber el valor que tiene?

Padre con hijo en la playa

Pues, si respondo a la misma pregunta yo me atrevería a decir que prácticamente sí. Suavizo un poco mi respuesta…igual no es necesario perderlo pero sí sentir esa inquietud, o nerviosismo o incluso miedo, ponle el nombre que quieras a eso que se empieza a sentir cuando esa idea se cruza por tu mente. Posiblemente sea uno de los momentos en los que empezamos a valorar algo o a alguien como se merece.

¿Lo has sentido alguna vez? ¿Has notado ese escalofrío que puede recorrer tu cuerpo cuando notas que alguien podría no estar mañana a tu lado? Yo sí, lo acabo de notar con toda la fuerza que podría haberlo notado y justamente hace muy poco tiempo.

 

YO SÍ LO HE SENTIDO

Hace unos días alguien muy importante en mi vida acudió a una de sus visitas habituales con el dermatólogo. En esa misma visita y en ese justo instante decidió intervenir pues había un par de manchas que daban demasiado que pensar. Tres puntos en una, tres puntos en otra y con una preocupación de mucho más de tres puntos, para casa.

Y en ese momento alguien te llama, te da la noticia y te dice que habrá que esperar una semana para tener los resultados. Tú les dices que no pasará nada, que eso le pasa a mucha gente, que tienes amigos que han tenido cosas similares y que ya verán como no es nada pero…cuando acabas con la conversación y le das al botón rojo en tu móvil empiezas a pensar: ¿Y si sí que fuese algo? ¿Y si esa “cosa” es algo grave? ¿Y si le pasa algo? ¿Y si…?¿Y si…? ¿Y si…? Y esos duros “y si” se convierten en tu peor pesadilla durante las siguientes 168 horas, es decir, todas y cada una de las que tiene una semana, la semana más larga de mi vida.

 

LOS MINUTOS QUE SE DESLIZAN A RITMO DE TORTUGA

Ojalá no te resuene para nada mi historia y sea lo más extraño que hayas escuchado en tu vida, pero si lo has vivido sabrás a qué me refiero.

Una semana de este tipo se convierte en una dificultad continua para dormir, el estómago se te cierra, no eres capaz de concentrarte en algo 5 minutos sin que se te vaya la mente a pensar en esa persona, el corazón se te acelera por segundos cada vez que te entra el miedo y lloras, lloras y lloras (¡a veces mucho más de 5 minutos!).

En este tipo de semanas también te prometes a ti mismo que “si salimos de esta…” valoraré mucho más a esta persona que puedo perder, “si salimos de esta…” dejaré de preocuparme por cosas pequeñas, “si salimos de esta…” cambiará mi sistema de valores y es posible que sea así, porque cuando piensas durante tantas horas empiezas a aprender y en ese instante mágico algo cambia para siempre.

APRENDIZAJES DEL MIEDO A PERDER A OTROS

Y es que en las 168 horas que te decía llegas a aprender muchas cosas respecto a ti mismo, respecto a los otros, respecto al mundo en general y respecto a la vida:

  1. Cuando llega ese momento en el que sientes el miedo con toda su fuerza, dejan de contar los enfados que tuviste con la persona, las acciones que no te gustaban de la misma, olvidas si hubo algún mal momento con ella y de repente, solo hay espacio para lo bueno que has vivido, para los momentos de risa, de disfrute, para sentir que es algo de lo que más quieres en tu vida.
  2. Una de las peores partes de esta situación es tu falsa sensación de “no puedo hacer nada”. Sientes que si esa persona tiene una enfermedad de gravedad, ya no podrías hacer nada. Sientes que el resultado de unas pruebas diagnósticas escapa a tu control y es cierto. Seguro que hay una parte que no puedes controlar pero hay mucha otra que sí: puedes estar a su lado, empezar a hacer el trabajo de valorar a la persona que a lo mejor todavía no habías iniciado y puedes empezar a decirle a tu manera, sea la que sea, que “le quieres”.
  3. Saber que “esto pasará”: sentir durante el tiempo de sufrimiento que sea lo que sea lo que te hace sufrir, llegará un momento en que empezará a disminuir ese dolor. Aunque no lo creas, después de tanto dolor, llegará un momento en que te pillarás a ti mismo otra vez riendo, disfrutando de algo, sintiendo toda tu energía…pero siempre, con el tiempo.
  4. Puedes aprender a aprender de los momentos dolorosos: sería tonto pasar por una experiencia sin aprender nada de nada. Sea como sea tienes que esforzarte en buscar algún aprendizaje, algo que conserves a lo largo de tu vida y te pueda resultar útil para ti mismo. De ese modo, esos momentos duros se convertirán en algo muy valioso.
  5. La vida no es para siempre: esto parece que lo sabes tú y lo sé yo pero después se nos olvida con demasiada facilidad. Esta vivencia me ha vuelto a conectar con todas y cada una de las personas a las que quiero, con todas y cada una de las experiencias que vivo.

 

UN BONUS DE VIDA

La parte más apasionante de mi historia es que después de esas 168 horas de espera, vuelves a coger el teléfono y llamas para ver cómo ha ido la visita. Das vueltas durante una hora por casa deambulando, esperando que la visita haya acabado, que los resultados estén en las manos de esa persona y decides marcar el número y esperar que la voz al otro lado del teléfono sonría, que responda con energía. El corazón te va a mil, las manos te sudan, notas tu estómago encogido y el pit… pit… pit… que lo cojan por favor… pit… pit… ¿diga?

Y en ese momento se convierte en el mejor “diga” que has escuchado en tu vida. Los análisis han ido bien, habrá que tener cuidado pero han ido mucho mejor de lo esperado.

Te sientas en el sofá, con todo el cansancio acumulado de una semana de este tipo, con unas lágrimas de alegría como nunca antes has visto y sintiendo que tienes un “Bonus de vida” para esa persona que tanto quieres, un bonus que no vas a desperdiciar, un bonus con la oportunidad de crear buenos momentos al lado de esta persona, un bonus que te permitirá decirle todavía mirándole a los ojos… “Te quiero”.

RETO DE LA SEMANA:

El reto de esta semana se trata de que encuentres a alguien a tu alrededor, alguien cercano con quien hayas compartido muchos momentos de “querer” y muchos momentos de “enfado”. Y durante esta semana se trata de tener en mente a esta persona, de saber que en un momento u otro podría no estar a tu lado. Piensa que en esa balanza, cuando un día sientas que se puede ir, empezarán a aparecer todos los buenos momentos que compartiste. Piensa que antes de que llegue ese día, eres tan afortunado que desde hoy puedes hacer que cobren protagonismo el cariño hacia ella, sus virtudes, lo bueno que has compartido y aquello que has disfrutado a su lado. Sé que resulta un reto complicado hacer esto desde ya pero, ¿te has planteado todo lo que te puede aportar en positivo? ¡Atrévete!

¡Nos vemos la próxima semana!

Reme Egea
Reme Egea
Maestra de Educación Física, Formadora en Habilidades Directivas y Gestión de Equipos, Psicóloga, Creadora del proyecto educativo "Con los pies en el aula", Conferenciante, consultora y socia de Proformación S.L.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies