Saltaaa!
El título exacto de este post es precisamente una de esas frases que solo tienen un sentido potente cuando se las dice uno mismo, no cuando simplemente las pronuncia otra persona desde fuera de la situación.
Es fácil ver desde fuera las situaciones y decirle a otro cuando tiene que saltar pero se necesita tanta valentía y atrevimiento que si las palabras no salen desde dentro de ti mismo, pierden toda su fuerza.
SABÍA QUE ALGÚN DÍA SALTARÍA
Le conocí en sus primeras semanas en la empresa. Era un ingeniero joven pero con experiencia en el sector y con una trayectoria profesional que le había permitido notar en todo su esplendor el estrés profesional. Había experimentado todos los efectos que este produce, había experimentado esa sensación de no acabar nunca, la sensación de listados de tareas que no finalizan y las jornadas de 14 horas de trabajo. Lo había experimentado y sabía que no le gustaba para nada.
«Pues creo que no te vas a jubilar en esta empresa», es lo primero que pensé al conocerle y escuchar el significado de la vida para él.
Y bueno después de tres años, aprendizajes intensos y un trabajo con grandes resultados, decidió saltar la valla. Las grandes empresas están rodeadas de una valla, no solo físicamente sino sobretodo psicológicamente. Cuando se está dentro tienes la sensación de que siempre estarás ahí, de que no hay nada mejor mas allá de la misma.
Él decidió saltar hacia lo desconocido. Y todo por un sueño. Hay un sueño con el que se crio desde muy pequeño. Algo no muy dirigido al mundo de la ingeniería sino a un mundo más de humanos, de sentimientos, de emociones, de sentir la vida en su estado más puro.
Quedamos a comer hace unos días y todavía se respiraban esos temores y miedos del principiante en el salto. Ese momento justo en el que tu cabeza se pregunta una y otra vez si habrás acertado o la habrás «cagado».
POR QUÉ NO SALTAMOS
Y es que no siempre se puede o se quiere saltar. A veces no es el momento indicado, igual sabemos que saltaremos, que un día más pronto o más tarde lo haremos. Sabes que no llegarás al final de tu vida en esa empresa, en ese trabajo, en ese lugar o con esa persona pero también sabes que no es el momento todavía.
Otras veces sientes que no estás preparado. Sabes que te faltan habilidades, tener más conocimientos al respecto, nuevos recursos, herramientas o incluso alguien que te ayude a saltar.
Otras veces sientes que te falta un poco de experiencia. Que debes de aprender algo más en el lugar donde estás. Que debes aguantar el esfuerzo y cansancio que puede suponer, por los enormes aprendizajes que puedes conseguir en ese punto.
Y hay veces (la mayoría) que incluso necesitas pensar que no estás preparado porque el miedo es tan potente que puede dejarte K.O. en segundos. Y es lícito y respetuoso no entrar en contradicción. Dejar que esa persona esté ahí, en ese punto de autoengaño que le permite día a día coger el impulso necesario para ponerse el paracaídas, cerrar los ojos y… ¡Saltaaaaaaar!
RETO DE LA SEMANA:
Piensa lugares desde los que te gustaría saltar, lugares de los que querrías moverte pero algo te dice que no es el momento o que no es la persona o que no es la situación. No te digo que saltes, ni mucho menos, tan solo te digo que hagas un listado de lugares de los que te gustaría saltar. Y si lo deseas, si no quieres saltar continua ahí, tranquilamente, sin hacerlo.
¡Nos vemos la próxima semana!
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