¿Conoces el significado de esta frase: “Hai i mani come i canguri? Pues si no la conoces te diré que es una frase del sur de Italia, de Nápoles. La aprendí en uno de mis primeros viajes a Afragola, uno de esos pedacitos de mundo que me tiene fascinada. La traducción de la frase al español es: “¡tienes las manos como el canguro!”. Se utiliza cuando a la hora de sacar cuentas a alguien le cuesta sacar la cartera, invitar al resto o dar algo de sí mismo. Se compara con el canguro porque tiene los brazos tan cortitos que a penas puede llegar a su bolsillo.
LO QUE DIRÍAMOS UN AGARRAO
En español, diríamos que se traduce con un simple: “Agarrao”. Hoy en día es una de las cualidades que no te puedes permitir. En este momento en el que vivimos no puedes ser agarrao en lo que das al mundo ni en lo que te das a ti mismo. Hoy en día la diferencia se marca dando un paso más al frente, diciendo una palabra más, intentándolo una vez más.
OPCIONES PARA DAR Y VENDER
Hay mil opciones en las que podemos tener las manos más largas que el canguro:
– Cuando estás cansado y crees que ya no puedes más, aguanta un esfuerzo más.
– Si estás estudiando y sientes que no puedes más, entonces estudia 5 minutos más.
– Cuando te pongas a correr y notes que tu mente te dice “ya no puedo más”, es el punto perfecto para correr 15 segundos más.
– O si estás en ese trabajo, a mitad de un proyecto y crees que ya no se puede mejorar más, haz un cambio más, solo uno más.
– Cuando creas que no encontrarás a la persona perfecta para desempeñar ese puesto en tu equipo, haz un intento más.
Sin ninguna duda, la diferencia se marca dando solo un paso más, dedicando solo un minuto más, solo 100 metros más, solo una palabra más, solo una persona más… Justo en ese punto es donde empiezan a aparecer las diferencias, es el punto en el que lo que es mediocre, se convierte en bueno, lo que es bueno para a ser muy bueno, lo que es muy bueno pasa a ser excelente y lo que es excelente se convierte en extraordinario. Hoy en día, no podemos permitirnos la tacañería de no mostrar al mundo nuestro empeño, nuestra ilusión, nuestra forma de trabajar. Ha llegado el momento de alargarle las manos al canguro, hacer que sea capaz de pagar una ronda más, de quedar con un amigo más, de intentarlo con una llamada más…¡Mil opciones para hacer un intento más!
HISTORIAS REALES
Hace unos meses viví una experiencia muy intensa de formación, una experiencia dura, disruptiva, una experiencia que hizo tambalear muchas de esas verdades absolutas con las que vivimos. Esta formación duraba 11 días y llegamos a estar en clase entre 15 y 17 horas al día, bueno, miento, parábamos 20 minutos a comer… ¡jajaja!
Además, por si fueran poco las horas de trabajo, estaba prohibido tomar café, las bebidas enérgicas, la bollería industrial y otras tantas cosas que activasen tu cuerpo de forma artificial. Recuerdo que los dos primeros días fueron tremendamente duros. Mi cuerpo me recordaba cada dos por tres, que no podías más, que estaba cansada, que no podía atender más, que no daba más de sí. Salía a las 23 horas de aquel lugar, completamente de noche, con un cuerpo y una mente que me repetían que ya no podía más, no podía pensar, no podía articular palabra, me dormía casi de pie.
CAMBIOS IMPACTANTES
Confieso que los dos primeros días pensé varias veces en abandonar, pensé que aquello no era para mí y que me había equivocado presentando mi candidatura y luchando por aquel puesto en el proceso de selección. Había hecho todo lo posible por llegar a conseguir mi plaza y de repente se estaba convirtiendo en un lugar en el que no quería estar. Pero ocurrió algo imprevisto que cuestionó los límites que me había puesto hasta el momento: las horas de curso iban en aumento por lo que el tercer día salía de allí a la 1 de la noche. Y en ese justo instante, mientras caminaba por la calle Atocha cuesta arriba me di cuenta que estaba genial, con la frescura de la mañana y que podía haber estado tranquilamente una hora más en clase, llevando adelante un proyecto más o atendiendo a un profesor más.
Notaba que mi cuerpo estaba encontrando nueva energía, creando nuevas opciones, adaptándose a dar un poquito más. Y eso me hizo pensar cuantas veces nos detenemos en un punto determinado y decimos «ya no puedo más». ¿Tú crees que no digo esa frase? SÍ, la digo muchas veces, muchas más veces de las que creerías, pero lo que tengo claro es que mientras la digo, hay algo en mi cabeza que me recuerda que sí que puedo más, que todavía no es ese el límite, porque el límite muchas veces está antes en tu cabeza que en tu cuerpo.
RETO DE LA SEMANA:
El reto de la semana va a ser “Alargarle las manos al canguri”, hacer que llegue al bolsillo, que se pague algo más. Y cuando digo que se pague algo más no solo me refiero a una ronda más…bueno, si eres de los que no suelen pagar una ronda a sus amigos, entonces sí, paga esa ronda más. Me refiero a que si eres de los que paran después de correr 1 hora, corre 5 minutos más, si eres de los que paran después de leer un capítulo, inicia 5 páginas más del segundo, si crees que no puedes sacar lo mejor de alguien de tu equipo, inténtalo de una forma más, si estás a punto de tirar la toalla, intenta una vez más porque posiblemente en ese paso más, en ese metro más, en esos 5 minutos más, es donde empiezas a marcar la diferencia. ¡Atrévete!
¡Nos vemos la próxima semana!
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