Aquel máster marcó un antes y un después: sin duda fue una de esas experiencias que después de vivirlas hacen que ya no seas el mismo que eras ni a nivel profesional ni a nivel personal. Como te digo, en aquellas clases aprendí muchísimas cosas. Hoy te contaré uno de esos aprendizajes que creo que son tremendamente útiles para un líder.
Durante unos cuantos años, para ir pagando mis estudios, trabajaba de socorrista y de monitora de natación durante el verano. Antes del máster yo tenía perfectamente claro cómo gestionar una clase: abrías un libro de 1000 actividades por el capítulo de «La natación en niños de 3 años» y así construías tu clase de natación. Prácticamente no necesitabas saber mucho más… Bueno, algo sí, cuántos niños ibas a tener en clase, el horario de las mismas y el lugar dónde estaba la piscina. Y con estas cuatro informaciones y las bases del crol, pensaba que era más que suficiente.
Pero como te decía, después de aquel máster todo cambió. Los libros se convirtieron en meras anécdotas y de repente cobró vida la realidad, la vida misma. Las clases ya no estaban compuestas por 8 niños de 3 años sino que estaban compuestas por Ana, Manu, María, Leo, Carlos, Pablo, Alex y Jordi.
De repente, mi trabajo se transformó completamente: ya no llevaba una sola clase cada día, sino que cada día tenía 8 clases distintas, en la misma hora, al mismo tiempo. A cada uno de aquellos pequeños había qué liderarlos con un tipo de comunicación, cada uno necesitaba un número diferente de sonrisas, un cuento distinto con superhéroes distintos, unos necesitaban una mano, otros dos y otros podían volar solos. De forma increíble aquel verano empezó a producirse la magia, empezaron a llegar mucho más lejos de donde nunca antes habíamos llegado, mucho más lejos de donde hubiese podido imaginar.
Pero, ¿cuál era esa magia? Eso a lo que llamamos magia es tan solo una “etiqueta”. No había magia sino un trabajo mucho más responsable, más creativo, más destinado a lo que cada uno de “ellos necesita” y no a lo que “yo creía que podrían necesitar”. Te muestro algunos detalles de aquel experimento:
– ¿Quién es tan valiente que pueda saltar desde aquí al agua?
– Yo, yo, yo- contestaba el niño que se atrevía a todo.
– Muy bien. Se nota que tienes casi 4 años.
Y al decir esto, el que siempre hablaba de edades ya se sentía impulsado a hacerlo:
– Yo también tengo casi 4 años.
– Pues vamos, lánzate ahora tú.
Y a partir de ahí se lanzaba María y su gemelo le seguía y sin pensarlo, los otros iban detrás de ellos.
Excepto Jordi, este peque tenía su clase especial, una clase que los primeros días tuvo lugar fuera del agua, completamente alejado de su terror: el agua. En otro post, os contaré con detalle “el experimento con Jordi”, algo precioso.
Aquel verano, si de algo puedo hablar fueron de resultados espectaculares que nunca antes había conseguido: niños de tan solo tres años que se lanzaban de cabeza como nunca antes lo había visto, padres fascinados con las clases, niños que disfrutaban, reían y aprendían en cada clase y profesionalmente la experiencia de un trabajo bien hecho. ¡Todo ventajas, pero… con mucho trabajo!!
Y esta historia se acerca mucho más al mundo de un líder, de un gerente, de un directivo de lo que podría parecer. He escuchado hablar tantas veces de teorías de liderazgo, de estilos, de métodos qué sin darnos cuenta es muy fácil desconectarse de la realidad, de todo aquello que tienes ante tus ojos. Una de las tareas más apasionantes que tendrás que hacer como líder de un equipo, de tu empresa o de ti mismo, será la de «seguir a tus seguidores». Esa frase aprendida en el máster de intervención en DBM cambió para siempre mi forma de ver el liderazgo. Hasta ese momento yo pensaba que el líder era el que iba delante y era seguido por otros pero con todas estas experiencias, cambió completamente mi visión: La primera tarea de un líder será aprender a seguir a sus seguidores.
Esa capacidad de describir la esencia de cada persona de tu equipo, sus preferencias, el tipo de comunicación que les llega, los apoyos que necesitan, sus cualidades y mil otros detalles es lo que realmente te permitirá llegar a ellos. A partir de ese momento, resulta mucho más fácil porque serán justamente ellos quienes te guiarán hacia el éxito. Seguro que “siguiendo” vas a llegar mucho más lejos de lo que nunca imaginaste…
Esta semana vas a convertirte en un superseguidor. ¿De quién? De quien tú elijas. Si tienes un equipo de trabajo podrías “seguir” a uno de tus colaboradores, si no lo tienes puedes “seguir” a tu jefe, o a uno de tus compañeros o incluso al propietario del bar de enfrente de tu casa. No se trata de que les persigas sino simplemente de que les conozcas más en profundidad, de que escuches cómo se comunican, qué les interesa, qué les motiva, cómo visten, cómo toman decisiones, en qué ponen su atención y todo lo que se te ocurra. Después de esa semana, puede que descubras cosas fascinantes de tu “seguido”. ¿te atreves a seguir a tus seguidores?
¡Nos vemos la próxima semana!
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2 Comments
Genial. Nada como experimentar para sacar conclusiones valiosas.
Así es David, experimentar, investigar, fallar, aprender y volver a fallar mientras aprendes cada vez más rápido.