Una gran parte de mi trabajo está relacionada con la mejora de habilidades de liderazgo, de comunicación, autogestión u otras soft skills imprescindibles para dirigir un equipo de trabajo con eficacia.
Pero una de las problemáticas con las que nos encontramos habitualmente es con la justificación de muchos seres humanos, de que “ellos son como son”, de que “han llegado a su techo máximo” o de que el cambio que les recomiendas “implica tanto esfuerzo que necesitarían varias vidas para alcanzarlo”.
Curiosamente una de las justificaciones más habituales es que “Mozart solo hay uno”. Y sí, es cierto, Wolfgang Amadeus Mozart, fue ese chaval extraordinario que empezó una leyenda en el año 1763. Mozart era capaz de oír cualquier nota, desde cualquier instrumento musical y podía identificarla con exactitud. Pero no solo eso, sino que era capaz de identificar las notas desde cualquier objeto que tuviera un punto musical como una campana o incluso el “achis” de un estornudo. Así se construyó la leyenda y así se ha mantenido para que muchas personas se coloquen detrás de la misma justificando que hacen falta unas cualidades extraordinarias e innatas como punto de partida.
Desde hace a penas 4 años, ya no podemos escondernos detrás de estos mitos. En el 2014, Ayako Sakakibara, una psicóloga japonesa, realizó un curioso experimento con 24 niños en la escuela de Música Ichionkai, en Tokio.
Este grupo de niños tenían entre 2 y 6 años, fueron entrenados durante varios meses para identificar acordes al piano, todos ellos con tres notas. Los niños fueron entrenados todos los días con 4 o 5 sesiones de 10 minutos de entrenamiento hasta que fueron capaces de identificar los 14 acordes que Sakakibara había seleccionado para el experimento. El resultado más sorprendente es que algunos de los niños completaron el entrenamiento en menos de un año y el resto lo fueron haciendo a lo largo de medio año más. Tras el entrenamiento TODOS Y CADA UNO de los niños habían desarrollado u oído absoluto y podían identificar notas individuales ejecutadas con el piano.
Para mí, como profesional que ayuda a desarrollarse a otras personas y que a su vez intento auto superarme día a día, me parecen hallazgos con un potencial extraordinario para ofrecer argumentos que apoyen la capacidad extraordinaria del ser humano para cambiar.
Puede ser que una de las mayores dificultades para el cambio, está en las ideas que hemos ido desarrollando sobre el mismo:
Posiblemente después de leer este post sería un buen momento para que te plantees cambiar, tu propia idea de cambiar.
Al igual que el estudio que llevó a cabo Ayako Sakakibara, podrías encontrar otros ejemplos de músicos, de deportistas, ajedrecistas, de maestros o de empresarios que han sido capaces de elevar algunos “techos” que existían sobre las capacidades de los seres humanos. ¡A por ello!
¡Nos vemos la próxima semana!
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