Hola Lua…
Hay cosas que en la vida solo pasan una vez por primera vez: hoy cumples tu primer año de vida. Hace justo 365 días, conseguiste que el 3 de octubre se convirtiera en una fecha tremendamente especial para mi.
Durante semanas te esperé al otro lado de la piel, con unas ganas inmensas de ver tu carita, de sentirte, de abrazarte y vivir contigo esa aventura tan bonita que es la vida. Después de 48 horas de lucha (que se dicen rápido…) llegaste al mundo y te convertiste en el amor de mi vida. Desde aquella noche dormimos una junto a la otra, sin necesitar nada ni a nadie, tan solo el contacto piel con piel y así hemos pasado estos 12 meses.
Recuerdo esas primeras horas en las que tus hermanos vinieron a conocerte. Se quedaron en la puerta, sin saber realmente lo que allí les esperaba, solo unos segundos hasta que descubrieron que allí estabas lo que tanto hablan esperado… «su hermana». Te miraron, te tocaron, te cogieron, te besaron y te recordaron que la vida acababa solo de empezar. Me fascina ver la sintonía que ya hay entre vosotros tres, cómo has revolucionado sus vidas y cuánto les apasionas. Te miman, te besan, te dicen «mi vida» y a su vez te tratan como si fueras una más, con una brusquedad que curiosamente te hace gracia si viene de ellos.
Hemos vivido un año atípico para nosotros y para mucha gente otra gente. Un año que nos ha impedido viajar, un año que no nos ha permitido que conozcas al zio Giovanni y la zia Teresa o que te ha privado durante meses de muchos abrazos, pero esto pasará. Ha sido un año duro pero aquellos meses de confinamiento también nos permitieron no perdernos no un solo minuto de tu vida. Juegos, canciones, mimos, caricias, puestas de sol por la ventana… todo ello para sustituir dos meses dentro de casa…
La verdad es que has vuelto a revolucionar mi vida, como poco antes de ti lo hicieron Leone y Giorgio. Me encanta despertarme a tu lado, mirarte mientras duermes, ver lo redondita que eres, acariciarte, notar tus hoyuelos cuando sonríes, escucharte decir «papá» cuando yo te digo que digas «mamá» (no hay forma!), me encanta tu olor a Mustela, abrazarte y besarte hasta que me puedan denunciar por sobrepasar el límite de besos diario.
Bueno Lua, solo decirte que eres la pequeña de una tri-mamá que no ha renunciado a su puesto de dirección en la empresa, ni a sus mil proyectos, ni a sus amigos, ni mucho menos a sus pasiones pero, ¿por qué no hacerlo así si soy capaz? Esa es mi forma de decirte que no te detengas, que el mundo te dirá que es imposible porque para ellos lo es, pero no tiene por qué serlo para ti y te prometo que estaré a tu lado para darte la mano en todo aquello que te propongas por «loco» que pueda aparecer.
Lua (=mujer que brilla), empezamos una nueva vuelta al sol, 365 días en los que me encantaría volver a regalarte lo mejor de mí, mi pasión por cuidarte, por mimarte, por reír y jugar a tu lado y mis ganas por continuar descubriéndote cada día.
Feliz primer cumpleaños. ¡Te quiero!
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